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Revista "Madre Tierra"

martes, 14 de septiembre de 2010

Canciones de entrecasa




Teresa Parodi presentó su disco "Corazón de pájaro" en el Alberdi. Fue un recital ameno, en el que los comentarios y el diálogo con el público fueron colándose entre los temas.

INTIMO. El recital de Parodi fue una reunión de amigos.

La distancia entre el escenario y las butacas empezó a desdibujarse 30 minutos después de que Teresa Parodi cantó "Pueblero de allá ité", esa canción que resalta su tonada litoraleña con palabras y frases en guaraní.
Porque después de ese lapso, el Teatro Alberdi se transformó en un enorme living en el que la cantautora dialogó, pidió, respondió y rió junto a los asistentes como en un encuentro entre viejos amigos que tenían mucho para decirse.
La puesta en escena fue sobria: ella y sus dos músicos, todos vestidos de negro, sentados en sus sillas o taburetes. Las luces acompañaron los climas de cada canción aportando a esa idea de intimidad, confianza y afecto.
La primera parte estuvo destinada especialmente a las canciones de "Corazón de pájaro", el nuevo disco. Parodi las fue desgranando con explicaciones, relatos sobre cómo llegaron a sus manos o por qué escribió determinadas poesías. Fueron pasando "Barco quieto", de María Elena Walsh; "Tu que puedes vuélvete", de Atahualpa Yupanqui -dedicada a su padre, que se fue muy pronto pero antes le dejó esa melodía grabada en la memoria-; y "Oración del remanso", de Jorge Fandermole -ella la cantó a los pescadores de su Paraná muchas veces, pero nunca la había grabado-. "Soledad", de Jorge Drexler, aportó el aire de vidala desde la mirada de un uruguayo cosmopolita.
Parodi cantó casi todos los temas ajenos que hizo propios en ese álbum, y algunos de los propios. El público respondió, aplaudió con ganas y coreó los más conocidos.
Ella, sus deslumbrantes compañeros Jorge Giuliano (guitarra) y Facundo Guevara (percusión) se vieron obligados a romper el libreto cuando desde los palcos y las plateas empezaron a alzarse algunas voces. Pidieron canciones que Parodi entonó, sola en algunos casos porque los músicos no las habían ensayado nunca, aunque la acompañaron aportando bases.
Después de todo se trataba de algunas de las obras más conocidas de la correntina: "Pedro canoero", "A la abuela Emilia" o "Aún caminan conmigo", esa canción que habla de los desaparecidos durante la dictadura y que terminó de cantar tratando de disimular las lágrimas. Cuando fue el turno de "El otro país" explicó que la había escrito en un avión, viajando hacia México, y que por su temor a volar pensó en sus hijos y en cosas que no les había dicho.
Sus palabras fueron pocas, sólo las necesarias. Porque tal como le dijo a LA GACETA, las canciones hablan por sí mismas y no hacen falta los discursos para que quede claro dónde está parada.
Aunque interpretó varios temas popularizados por Mercedes Sosa, fue "Río de camalotes" el que le dedicó a "La Negra" en sus pagos.
Tras 90 minutos de música y charlas -sólo faltó una ronda de mate con pan casero-Parodi amagó con despedirse.
Pero ya era tarde, y a pesar de consultar sobre los horarios de la cena y los enseres domésticos de los asistentes, tuvo que aceptar con una sonrisa que debía seguir. Y se paró de su banco para cantar y bailar "Celador de sueños".
Se fue con Giuliano y Guevara del escenario, y poco después retornó para entonar "Esa musiquita" . De pie, el auditorio la despidió con un "hasta pronto" que ella se comprometió a respetar.

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