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Revista "Madre Tierra"

viernes, 6 de noviembre de 2009

Ultimo adiós a Félix Luna




El historiador y escritor Félix Luna falleció ayer a los 84 años tras una larga enfermedad. Sus restos serán velados hasta las 13 en el barrio porteño de Belgrano y serán inhumados en el cementerio de Capilla del Señor.

El historiador Félix Luna, quien murió ayer a los 84 años víctima de una grave enfermedad, fue uno de los artífices de un modo distinto de entender la historia, ya que sin dejar el rigor académico acercó a la gente la vida y obra de los forjadores de la patria y desmenuzó hechos trascendentales a través de ensayos, novelas e incluso como letrista de canciones.

"Desde hace mucho tiempo vengo ejerciendo una historia de tipo narrativo que no se compadece con números, estadísticas y sociología, una historia volcada más a lo político y mostrada a través de los personajes más representativos, como los caudillos, (Julio Argentino) Roca, Hipólito Yrigoyen, Alvear y (Juan Domingo) Perón, por ejemplo", subrayó hace un tiempo en una entrevista con Télam.

Nacido en Buenos Aires en 1925, de familia riojana, Luna fue uno de los más prolíficos historiadores argentinos; escribió numerosas obras de historia, ensayo, ficción, entre ellas "Yrigoyen" (1954), "Alvear" (1955), "Diálogos con Frondizi" (1962), "El 45" (1968), "Ortiz" (1978), y "Golpes militares y salidas electorales" (1980).

Se destacan también otros libros de historia como "La comunidad organizada" (1985), "Soy Roca" (1989) e "Historia integral de los argentinos" (1994-98).

Fue fundador y director de la revista Todo es Historia publicada sin interrupciones desde 1967 y que ha influido decisivamente en la construcción de la historia argentina.

También condujo varios programas radiales y televisivos relacionados con la difusión de la historia, así como colaboró en diarios de la ciudad de Buenos Aires y el interior del país.

La idea de una Argentina con un pasado glorioso y un auspicioso porvenir que ha atravesado generaciones y está profundamente arraigada en el imaginario colectivo, era según Luna, consecuencia "del formidable salto" experimentado en el país entre 1880 y 1910.

"La Argentina se convirtió en un espejo de la civilización europea en América: gran clase media, educación de excelencia, transporte, comunicaciones. Fue uno de los cuatro o cinco países más grandes del mundo. Muchos intelectuales así lo pensaron, así lo dijeron y fueron creando la sensación de que así ocurriría", señaló en más de una oportunidad.

A su juicio entre los factores que impidieron "una evolución mayor de la Argentina" siempre recalcó la caída de Hipólito Yrigoyen: "El 6 de septiembre de 1930, el quiebre de la constitucionalidad, el fraude y el descreimiento en la democracia sembraron las bases para lo que vendría después".

"Además, hubo un equivocada idea difundida por las oligarquías de la década del treinta de que la solución del país era reforzar los vínculos con Gran Bretaña -potencia ya en declinación- y que significaba el carbón y el ferrocarril frente a la nafta y al camión", puntualizó en una entrevista.

De reconocida afiliación radical, fue la de Arturo Frondizi la figura política que más lo cautivó a lo largo de su trayectoria: "Me parece que reunió de un modo casi milagroso al estudioso y al intelectual con un hombre informado, que estaba al tanto de lo que pasaba políticamente en el país y dentro de su propio partido", analizó.

El historiador, que entre otros cargos fue secretario de Cultura de la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires (1986-1989), Comendador de la orden del Mérito de Francia (1988); Orden del Sol de Perú (1990); Orden de Cruzeiro do Sul de la Embajada de Brasil (1998); Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires (1996); Orden de Bernardo O`Higgins, Chile (2000); Doctor Honoris Causa (Universidad de Belgrano; 2003).

En colaboración con Ariel Ramírez escribió las letras de las obras la Misa Criolla (1963); Los Caudillos (1966); Mujeres argentinas (1968) y Cantata Sudamericana (1971). Y fue profesor de historia en la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad del Salvador y en la de Belgrano.

Entre los numerosos premios que recibió a lo largo de su trayectoria figuran el Premio Konex de Historia y Folklore (1985); Premio Consagración Nacional correspondiente a 1990 otorgado por la Secretaría de Cultura de la Nación (1992); Premio de la Asociación de Distribuidores de Diarios y revistas, rubro Letras (1994) y, Premio Konex por el rubro biografías históricas (1994).

Como académico fue Miembro de Número de la Academia Nacional de la Historia (1992); y de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas (1998); Miembro de Número de la Academia Nacional de Periodismo (2000).

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