En los últimos doce meses, según el registro de Google, el término folklore con k superó en búsquedas cuatro veces más al término escrito con c, y si bien la mayoría fueron originadas en la Región Noreste de Argentina, el tema que hace referencia es la danza y la música, aunque también se considera a las comidas, las costumbres, la vestimenta, las leyendas, creencias, los mitos populares y los modos de ser más próximos a nuestras raíces, en fin, es nuestra cultura.

El término originario ‘folklore’ fue creado el 22 de agosto de 1846 por el arqueólogo inglés William John Thom, y etimológicamente se trata de la conjunción de las palabras folk (gente, raza, pueblo) y lore (acervo, saber, ciencia), denominando al naciente saber popular que reaccionaba frente al intelectualismo de la época.

A pesar de nuestra tradición, los argentinos importamos ese vocablo y en 1948 nuestros folkloristas celebraron el Primer Congreso Nacional del Folklore. Luego en 1960 se realizó en la ciudad de Buenos Aires el Primer Congreso Internacional al cual asistieron representantes de 30 países, oportunidad en la que la Unesco declaró el 22 de agosto como el Día Mundial del Folklore.

Como se mencionó anteriormente, más allá de la terminología, identificamos al folklore con los ritmos, la musicalidad, las vestimentas emblemáticas y el movimiento corporal. Esas son pasiones que Maximiliano Faraoni, director del Ballet El Chúcaro de la ciudad de Pérez conoció a los 6 años cuando vivía en San José de la Esquina y en la comuna del pueblo ofrecían un taller de esta danza que estaba a cargo de la maestra Sonia Cosedú, quien le enseñó e incentivó a amar el folklore implementando la disciplina del cuerpo y la constancia.

El coreógrafo expresa: “Lo bailo porque me gusta mucho, no he encontrado a lo largo de mi carrera artística otra música que me guste tanto. El año que viene cumplo 30 años de docente y a medida que el tiempo pasa, uno le va encontrando a esa música y letras compuestas por autores extraordinarios tanto sentido que aún hacen que te gusten más.”

Maximiliano ejemplifica que “con los jóvenes pasa lo mismo, dicen esta música es aburrida pero cuando la llegan a sentir e interpretar no pueden cambiarla por otra cosa”. Rememorando su época de estudiante, sus bailarines referentes eran “El Ballet Bransen, El Chúcaro y Norma Viola que después pasaron a ser el Ballet Nacional, Oscar Murillo o Mabel Pimentel. Todos los que pasaban por los grandes festivales como Cosquín o Jesús María”.

Actualmente es puestista de las coreografías que se muestran en esos escenarios para primeras figuras del folklore como Soledad Pastorutti, a quién él destaca como una de las artistas que le dan espacio a la danza. Por contraparte, Faraoni opina que “hoy en día no hay referentes de la disciplina que se destaquen ya que hay muchos que bailan muy bien y participan de certámenes pero eso no asegura que marquen un camino a seguir”.

Nuevos talentos y un público joven que lo disfruta

Respecto a la relación de nuestra sociedad con el folklore, el bailarín cree que es una cuestión más de los pueblos del interior del país que de las grandes capitales como Buenos Aires “se valora más por los festivales que hay donde podés encontrar desde niños hasta adultos de más de 70 años, en cambio en las grandes ciudades no hay tantas peñas para bailarlo ni está dentro del circuito comercial”.

Por contraparte afirma que es una tradición que comparten todas las generaciones “los jóvenes en las academias de danza consumen folclore, llegan a participar más de 600 chicos de 13 a 20 años. En las grandes ciudades es más difícil que eso se produzca pero considero que sería una buena posibilidad que se incorpore en las escuelas y colegios para que sea más próximo para los chicos”, augura el coreógrafo.

Asimismo relata que el folklore más contemporáneo lo componen nuevos artistas como La Sole, Abel Pintos o Luciano Pereyra “que marcaron el quiebre del folklore más tradicional de Mercedes Sosa o Los Chalchaleros, aportan nuevas melodías que gustan a todos. Hay una consideración quizá errónea que si el género no aparece en los medios masivos, no es popular y no se consume, y es todo lo contrario, hay mucha gente que lo baila y que lo canta”, ratifica.

Para Faraoni es una danza que está vigente “en la provincia de Santa Fe, en la zona de Rosario, Casilda, Arequito, Firmat hay grupos de folkloristas muy jóvenes que son emergentes y que animan a pensar que el folclore está latente y no se está perdiendo”. Igualmente, el bailarín expresa su anhelo “que el folklore sea popular, que nos mantenga identificados, que lo baile el que sabe bailar y el que no sabe también, que se difunda y se baile en las escuelas, a lo mejor algún día se hace realidad”.

Pasos que unen cada rincón del país

En cuanto a estilos musicales, el folklore argentino tiene una amplia variedad según las costumbres de cada región.

Con una paso básico de un, dos, tres se pueden enumerar:
  • El aire, aire pampeano.
  • Los amores de Buenos Aires, Tucumán, Salta, Córdoba y Catamarca.
  • La baguala de Jujuy, Salta y Valles Calchaquíes.
  • El baile de las cintas o danza de las cintas de Jujuy, Salta y Tucumán.
  • El bailecito; el candombe; la caramba de Buenos Aires, Salta y Santa Fe.
  • El carnavalito de Jujuy y la zona andina de la Provincia de Salta.
  • La chacarera; el chamamé de Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Santa Fe, Chaco y Misiones.
  • La chamarrita de Entre Ríos.
  • La charanda (o zemba) en el este y norte de la Provincia de Corrientes.
  • La chaya o vidala chayera de La Rioja.
  • El cielito; la cifra; la condición de Catamarca, Tucumán, Salta, La Rioja, Santiago del Estero y Córdoba.
  • La copla; el cuándo de Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, Córdoba, San Luis, Santiago del Estero, Tucumán, Salta, La Pampa y Río Negro.
  • La cueca de Mendoza, San Juan, San Luis, Catamarca, La Rioja, Salta, Jujuy, Tucumán y Córdoba.
  • El ecuador de Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Catamarca y La Rioja.
  • El escondido del norte de Argentina.
  • La firmeza; la galopa del litoral argentino.
  • El gato; el gato correntino de Corrientes y Buenos Aires.
  • El gauchito de Mendoza, San Juan, San Luis, La Rioja, Salta, Catamarca, Córdoba y Santiago del Estero.
  • La guarania; la huella; el loncomeo del sur argentino.
  • El malambo; la milonga; la morenada; el balerón; la pala pala de Santiago del Estero, Salta y Tucumán.
  • El pericón; la ranchera; el rasguido doble; la refalosa; el tango; el taquirari; la tonada de Mendoza.
  • El triunfo; la vidala de los Valles Calchaquíes, Valle de Lerma y Valle de Jujuy.
  • La vidalita; la zamba de Tucumán y Salta.
  • La zamba alegre de Santiago del Estero y Catamarca; y la zamba carpera de Salta.