Nuestra primer portada

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Revista "Madre Tierra"

lunes, 4 de marzo de 2013


SERENATA A CAFAYATE 2013

PRIMERA NOCHE: CON VOZ DE SERENATA



“Qué sabor tendrán las uvas este año en Cafayate”, dice la letra de una canción de Báez grabada por Las Voces de Orán, que hoy estarán en el escenario de esta serenata que comenzó con muy buen tiempo. Y fue sabor a tierra cancionera y lugar bendecido por sus vinos donde el torrontés ocupa su lugar privilegiado.   
 
“Mal de luna”, el viejo vals con música de Luis Martino y letra de Julio Camilloni, fue el elegido por aquellos hacedores de esta maravillosa convocatoria que en sus noches de serenata enamoraban a las muchachas de entonces, y que en las voces de Cafayate Canto abrió la gran fiesta nuevamente este año. Hoy se cuenta que este grupo perdió hace muy poco a  Quiquinto, uno de sus integrantes y el folklore vallisto quiso rendirle su cabal homenaje a su entrañable cantor.
El “Alegrate Cafayate” de la vieja copla anónima, se hizo grito una vez más y la danza nativa fue bienvenida en la inigualable convocatoria que significa esta reunión en el territorio de aquellos bravos habitantes que le dieron nombre a este pueblo lleno de pujanza y destino.
Los algarrobos, los guardianes de siempre del escenario, en la cálida noche serenatera acompañaron una larga programación que culminó con la claridad del día. Pasaron Ubaldo Díaz el escultor cantor, en grupo andido Inti Khari, Los de Cafayate, Los del Portezuelo, el bagualaero y coplero Solano Cardozo, El Tigre Cayón  que le puso el sello serenatero a su pago querido, con el joven Lautaro D’amico en bandoneón. Una maravilla lo suyo.
Y si de bandoneón hablamos qué decir cuando Juan Carlos Marín en alta escuela puso su impronta sobre un escenario que se enorgullece presentar a estos talentos musicales.   Verde Trébol, son tres voces para una interpretación bagualeando que emocionó a propios y extraños, que ya casi llenaban el predio y no se hizo esperar para dar el primer gran aplauso.
Mientras el hijo del Payo Solá en especial invitación gozaba del espectáculo junto a su esposa Terucha Solá, entre otros distinguidos visitantes, los carperos de los Salamanqueros daban rienda suelta a sus temas, hasta que Los Izquierdos de la Cueva con sus mejores interpretaciones pusieron de pie a la platea juvenil. Mientras, las vendimiadoras, las niñas cafayateñas, repartían el noble fruto de su región calchaquí. Y Rosaura en cada copla animaba alegremente.
Plato fuerte la presentación de Guitarreros, con una seguidilla de ritmos que sabe levantar al público y ya son conocidos por su repertorio dispar y contagioso. El humor de Capuchón González hizo el paréntesis para el recital de Abel Pintos, entre medio de un notable recibimiento con su estilo tan particular que ya lo tiene instalado en el corazón de los más chicos, que lo siguen con devoción por todos los rincones de la patria nuestra. Además su voz es una flecha que se clava en el milagro vocal que provocan sus canciones. Todo en la bodega que nos encanta era fiesta y lo demostró Abel cuando comenzó cantando sus nostalgias de amores lejos, envolviendo el ambiente de los sueños, porque los recuerdos nos hacen dar vueltas entre los duendes tan juguetones como siempre, que en este tiempo suelen andar la noche atrayendo el canto.
Las niñas de la vendimia han cumplido su horario y se van para volver mañana. Ellas son parte de un coplerío que las nombra diariamente en esa bodega elegida  por los dioses del vino nuevo. Por esta tierra milagrosa también pasaron Las 4 Cuerdas, un grupo que se está dando pasos por los festivales del país, porque suenan bien en una sucesión de saya, tarantelas y reggaeton. Sorprendió su “Quiero ser tu sombra”, con violines en enjundiosa armonía para volver a una chacarera y a su origen. 
Hasta que Sergio Galleguillo trajo su Rioja natal a chayar, festejar y cantar con la frescura natural de la harina, la  albahaca, y hasta la espuma que por estos tiempos manda en el carnaval que se fue hace unos días atrás. Aquí sigue siendo alegría cuando canta Galleguillo y la gente baila y baila, y el vino cafayateño se deja estar en su nombre.
Pasaron otros con el canto a cuestas, cuando la mañana andaba ya iluminando el horizonte. Son las ocho de la mañana, el jueves nos dijo adiós, nos vamos esperando a los cantores de mañana. El viernes asoma, mientras los duendes descansan. Está linda la tierra cafayateña, tan linda como sus mujeres de tez morena.

SEGUNDA NOCHE: LA DE LOS RECUERDOS

Cada vez que haya que nombrar a Cafayate, no se puede decir otra cosa que “La hermosa”, esta tierra de viejos alfareros diaguitas que asombran con sus creaciones como la saga de los Cruz, aquellos viejos herederos de un arte que enorgullece el lugar que los vio nacer. Otros son los Cristófani, los Cutipa, Nanni, como olvidar las manos mágicas de Calixto Mamaní que dejaron impregnados de paisajes cada uno de sus pinturas. Cuando se dice paisaje, aquí se dice cielo azul, buen clima, cuna de amigos, porque este milagro es también cepa fecundada, torrontés del alma, vino de la memoria, canción enamorada. Inmensa  cantata en la oración de los viñedos. En esta esencia que es el valle Calchaquí se produce el encuentro vital de la cultura popular, mostrando a quien llega la resultante que los cafayateños son los receptores ideales para cantores, poetas y músicos, que cumplen con la brillante y espléndida tarea de juntar todos los años a las familias folklóricas del país.
La segunda jornada serenatera comenzó con el tradicional grito que hiciera famoso la voz inolvidable de César Perdiguero allá por 1974 cuando la primera cita se dio en la esquina del Rosario y San Martín. A partir de ese momento, la idea de Arnaldo Etchart se hacía raíz y compromiso. Maduro compromiso en el corazón de un pueblo que desde los capayanes, dueños de estos territorios sentaron los prestigios de su estirpe cancionera.
Como cuando el mosto de las uvas se hace vino compartidor en las mesas, este cielo vallisto recibió a Los de Cafayate, quienes junto a su gusto chalchalero hicieron el himno local cantando el vals que los identifica desde hace tantos años. Ya están llegando las niñas de la Serenata con sus canastas repartiendo las uvas.
Se siente Cafayate cuando se nombra a los músicos de otros tiempos, como cuando Luis Leguizamón, entre otros, le puso el sello a los recuerdos. Así luego pasaron Ecos de mi Tierra, Los Hermanos Bravo, Noelia Condorí y Daniel D’amico, que como todos los años hace de sus presentaciones un halago a la música latinoamericana.
“En la cueva del Puma”, el poeta Vasconcellos ya andaba modelando los versos que leerán los presentadores, mientras algunos periodistas acompañan con sus críticas y aciertos la programación, que como la de noche tuvo altos exponentes de la canción nacional.
Cuando el turno en la grilla presentó a Melania Pérez, un respetuoso silencio acompañó sus interpretaciones llenas de un hondo sentir con su voz de tiempo, lágrima y gozo, como cuando con “La Celedonia Batista” cerró un espacio serenatero difícil de reemplazar. Melania mostró que es la misma voz de la tierra salteña para el regocijo general.
Pujllay con aires de carnaval y comparsa, al compás de gorros y diablos, alcanzaron el aplauso con la danza en su esplendor y colorido. Después Los Melli Ríos fueron dando lugar a la presentación de Las Voces de Orán que como siempre con el caliente fervor que los caracteriza se ganan el inmenso aplauso en temas como “La taleñita” de Pérez, suceso de una zamba que nació de nuevo a la consideración de la música nuestra. Ya había en el predio más de 7.000 personas a esta hora. Son la una de la mañana. Las Voces de Orán son parte indiscutible de esta reunión del canto desde muchos años. Por eso son tan queridos.
Y el turno para el “Acuarela” Ulivarri, con sus hijos, trayendo parte de tantas alegrías pasadas. Llega y canta. Es fundador y guitarrero. Con “Juan del monte” nombra a Leguizamón y Castilla. Están Ciccone y Verón como acompañantes, nada menos. Y cuando invita a cantar “Zamba del carnaval” a Melania Pérez, que son de una  misma generación, la emoción puede más y es incontenible el entusiasmo y el final apoteótico. Recibe un merecido homenaje, trofeo y diploma. Gracias por estas cosas.
A las 1,30 estaba prevista la actuación de Jorge Rojas, y así fue, a esa hora puso en acción su garganta que cada vez anda mejor, y la “yapita” pide el cantor, justificando todos los aplausos con una actuación descollante en un espectáculo conocido tal vez por algunos, pero que siempre reúne las condiciones de una fenomenal tarea. Todos bailaban, hasta el gobe y otros funcionarios. Presentó a sus hermanos, además de una banda formidable y a una bailarina que parecía un sueño. Gustó mucho dedicar  “El Anacleto del viento” a los cafayateños. Su tiempo tuvo un final de fuegos artificiales. Canal 7 está filmando, no en directo.
Ahora llega la copla con Marcos Arjona que anda bagualeando lindo a pedido del público, que se hace copla y la baguala picaresca se amanece entre las risas y el desenfado. Ya vienen Los Manseros Santiagueños, que lamentan la ausencia de Onofre Paz su fundador, una indisposición le impide estar presente, y sus tres compañeros con la responsabilidad a cuestas cantan con toda el alma, y todo el mundo responde no dejándolos bajar, han copado la noche con un manojo de temas entre zambas, chacareras y vidalas. Han dado un ejemplo para imitar. Han dejado todo sobre el escenario. El aplauso es unánime, una forma hermosa para quedar en la historia grande de la serenata.
Y ahora son Los Huayra, esa nueva manera de encantar con sonidos de un nuevo tiempo, y ofrecen “Fiesta” a todo orquesta y todo es algarabía, comenzaron cantando a Serrat y vale la pena, con la bendita espuma como invitada para penetrar con su voces en el júbilo que ya invadió la noche. Es como que no termina nunca esta locura, siguen con “Ojala”, “La Solís Pizarro”, “Zambita del musiquero”, “Cuando te vi”, y dejan para el final “Soy el diablo de Humahuaca”  y la gente ha conseguido sumarse con frenesí a las gargantas de Fuentes, Vasconcellos, Jiménez y Benavídez. Que más se puede pedir. Todavía faltan varios números. Qué hora andará siendo. 
La coca encuentra en un poema su ideal itinerario, alimenta el vino las alegrías y en las bocas de los  cantores vamos acompañando a los duendes en sus travesías por el amanecer.
Esto es un misterio que esconde en sus entrañas la tradición milenaria que reúne canto y vino, y llega con ancestral delirio y sin vueltas, va anunciando en cada golpe de caja  con la chirlera atenta, el asombro que rodea el torrente serenatero  en la boca del poeta César perdiguero cuando dice:

Es una maravilla esta cantata
La que en la noche misteriosa esplende
Tiene azul de romance, tiene duende,
Y un destino de luna y serenata.

TERCERA NOCHE: EL OFICO DE CANTOR Y DESPEDIDA
Y llegó la tercera y última jornada  de la Serenata a Cafayate, la fiesta grande del pueblo que inició su despedida pasadas las 21,30, y el comienzo dio lugar a la infaltable cita con “Mal de luna” con Cafayate Canto. El primer plato fuerte fue Elpidio Herrera y sus Sachaguitarras, que con su oficio de luthier y músico supo conmover a un público que por esas horas todavía esperaba entrar a la Bodega Encantada. Fueron suficiente 4 temas que le dieron para demostrar su capacidad y esa calidad que hace de este artista un símbolo de la música tradicional santiagueña. Otros que dejaron su mensaje cancionero en los comienzos fueron Los Liendro, El Toba Toledo (con su dejo de Alvarez Quiroga) y La Sofi, guitarrista ganadora Pre Serenata solista instrumental.       
Claudia Pirán desde su San Juan natal trajo su exquisita voz para consumar una actuación que la tiene como protagonista por muchos festivales del país, y así entre temas folklóricos y otras cosas le dio el primer brillo musical a la noche. También Juglares, que es un conjunto salteño, se fue muy aplaudido.
Aquí los grandes protagonistas de la serenata son sus duendes, habitantes naturales de la bodega  devenida en el centro musical del valle Calchaquí. Espacio cancionero, sitio perfumado por viejos toneles donde muchos de esos duendes serenateros supieron enamorarse bajo los algarrobos en los febreros cafayateños.
Cuando les tocó el turno a Ezequiel Chávez y Romina Cortéz, un aire fresco de canciones en sus labios fueron mostrando una formidable renovación que muy bien le hace a lo nuevo de nuestro folklore. Además, demostraron sus aptitudes como para ser considerado los destacados de este año.  
Peteco Carabajal brindó un recital a su medida, con nuevos temas de su reciente material discográfico, para luego finalizar con sus famosos caballitos de batalla que entonaron todos sus seguidores y así fue levantando el ánimo popular que lo despidió con una ovación. Lástima que alargó su espacio al doble de lo permitido y de esa manera se fue atrasando toda la programación. Además, también hay que hacer notar las demoras en la que incurren los presentadores, alargando las mismas hasta el hartazgo, que también tendrá que ver con la lentitud en acomodar los instrumentos del próximo número. 
Que no estén tristes los cafayateños, porque habrá vino y habrá amigos en la noche final, hay que alzar los vasos de la alegría, del canto y la poesía. Hay que elevar la voz para propagar la copla que se vuelve vino en vidalas y bagualas. No olvidemos que fue el duende del vino el que ha inventado esta sonriente convocatoria, por eso hay que juntar al grito de ¡Alegrate Cafayate!, el romance de la luna con la música.
Se está poniendo linda la última noche, después del homenaje de gente de Tucumán al poeta Miguel Angel Pérez, fallecido recientemente, el Dúo La Risa que conforman los hermanos Colque, abogados ellos de profesión, hicieron su número con un profesionalismo que llevan en la piel. Sus imitaciones de Guarany, Jorge Rojas, Lo Nocheros, entre otros, causaron una verdadera ovación en el predio que los despidió con un cerrado aplauso a estos hijos del pueblo de Vaqueros.
Con Mariana Cayón más aún se exaltó el entusiasmo del público ante una masiva concurrencia, se hablaba de más de 9.000 entradas populares vendidas, más las 3.000 de plateas, todos ansiosamente esperaban al Chaqueño. Así es este pueblo que ama el folklore porque esta serenata ha nacido como el gran mensaje que cumplirá sus cuarenta el próximo año.
Esta tierra no olvida a sus hacedores. Cómo olvidar a Arnaldo Etchart, César Perdiguero, Juan José Coll, Cuchi Leguizamón, Manuel Castilla, Jaime y Arturo Dávalos, Eduardo Falú, José Ríos, y tantos otros.
Desde la gatera serenatera el singular estilo del santiagueño Marcelo Toledo le va poniendo el condimento especial para la presentación de Los Tekis, que con su particular sello marcan su recital desde le principio al final con una sucesión de exitosos temas, como los de su último trabajo, como otros éxitos que corean sin descanso sus miles de admiradores. Como siempre, es una fiesta presenciar sus actuaciones y una saludable costumbre tenerlos en los diversos escenarios.
El programa se estrecha con un tema nada más para los que van quedando, son el Grupo Imán, La Yunta, Bruno Arias, entre otros, porque ya la figura principal de la noche tiene que subir, es el Chaqueño Palavecino y su gran orquesta criolla, más los chicos de la orquesta sinfónica juvenil de Salta que lo está acompañando desde todo el verano. Y entonces como ocurre desde hace años, la multitud que lo sigue esperará el amanecer acostumbrado, porque su cantor de oficio le devolverá la inmensa alegría con sus canciones que ya son parte del patrimonio folklórico de esta tierra nacida para el canto popular.
Sabemos que siempre se vuelve donde se siembra el amor. Entonces será necesario brindar por esta cita anual, por este hecho cultural fundamental del valle Calchaquí. Será por el  milagro de esta espléndida idea, por los amigos alzando las copas que nos esperan para los ansiados próximos cuarenta años que se vienen.
Está todo dicho. Hasta el año que viene, nosotros volveremos a ser la voz de la tierra que sedienta de cantores aguardan la señal para hacer de este tiempo un grito que una vez más nos hace decir que el próximo encuentro nos encontrará nuevamente en Cafayate, la hermosa.

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