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Revista "Madre Tierra"

domingo, 20 de diciembre de 2009

LA DANZA DEL MALAMBO

De cara al comienzo de la época de festivales folkloricos, y teniendo en cuenta que en Enero se realizará el importante Festival Nacional de Malambo hablaremos de dicha danza.

El zapateo en los bailes tradicionales

La mayoría de nuestros bailes tradicionales incluyen en sus coreografías, una figura que se conoce con el nombre de ZAPATEO, que realiza el hombre y es correspondido por el ZARANDEO de la mujer.

Es en el momento del zapateo cuando el hombre se expresa en su propio lenguaje, manifestando las intenciones que lo animan: agradar, simpatizar y finalmente conquistar a su compañera.

Al zapatear sus mudanzas (serie de movimientos que rítmica y acompasadamente se ejecutan con los pies y tienen una duración fija), lo hará observando una actitud galana hacia ella.

Cabe aclarar que LA MUDANZA, es una serie de movimientos que acompasadamente se ejecutan con los pies y tienen una duración fija.

También nuestros gauchos las llaman posturas. En la terminología técnica de la danza se le dice "figura". Estas figuras se logran a través de desplazamientos y percusiones de los pies.

La percusión de los pies tiene antecedentes milenarios en China e India, donde hasta son mencionados en el Corán, en el Mahabaratá y en los proverbios de Lao Tsé.
Entre los nativos de Africa, tomando la totalidad del continente, encontramos dos formas típicas de llevar el ritmo: el movimiento del cuerpo y el movimiento de los pies.

En los pueblos primitivos de Europa, menciona Bouchar danzas individuales ejecutadas con los pies por los Celtas, los Íberos, Visigodos.

A lo largo de la historia de las danzas, encontramos dos elementos siempre ligados para llevar el ritmo: el palmoteo y zapateo.

Como conclusión podemos sacar que antes de la invención de los instrumentos más rudimentarios, eran las manos y los pies los elementos que marcaban el ritmo.
Entre los Incas era común el zapateo en la danza de los mineros, entre los Araucanos en la danza del comaruco, entre los Guaraníes, en numerosas danzas y ceremonias.

En todas partes el zapateo adquirió: formas específicas, modalidades propias y acentos regionales, características del medio circundante, del clima y del lenguaje, han influido notablemente sobre la sincronización de los tiempos rítmico-musicales.
De este modo: el zapateo expresa un ciclo completo, de una serie sonora, por ejecutantes natos de cada región.



El Malambo

Nuestro hombre zapateó por razones muy poderosas: la soledad, el aislamiento y la necesidad de expresarse. Fue la forma de sobrevivir, canalizando de alguna manera la energía física y espiritual.

Animó así las horas de diversión, de descanso y dio prestigio a los más esforzados y hábiles zapateadores.

Clasificación

El Malambo, es la danza que el hombre sólo hace con los pies, en la menor superficie posible, una serie de ciclos de movimientos llamados mudanzas. Es entonces una danza individual, la principal y más difundida en Argentina.

Para que un zapateo pueda ser considerado como tal, es necesario que produzca mudanzas en serie.

Cada mudanza es una totalidad inconclusa que tiene sus reglas internas.

Sobre la base de un pie menos móvil y a veces hasta quieto, el otro pie realiza una serie de movimientos juego rítmico con bastante libertad y amplitud. Inmediatamente debe cambiarse la función de cada pie. Así, cuando el ciclo que se inició con la derecha, se ha reproducido con la izquierda, la mudanza se completa y termina.
Hay mudanzas simples con una sola combinación de movimientos, que se repite varias veces y mudanzas complejas (dos o más combinaciones integran la figura).

El cuerpo del zapateador no interviene, los brazos no son un complemento de la danza, toda la atención se concentra en los pies.

Un bailarín sólo hace oir una serie de fórmulas rítmicas mediante golpes que da contra el suelo principalmente con la planta, con la punta de y con el talón.
La música no tiene una medida o cantidad determinada de compases, depende de la duración que le de el bailarín a "Su Malambo".

Según el investigador Lázaro Flury, El Malambo en nuestro país tomó las características propias de dos regiones bien definidas: Norte y Sur. El medio físico y el paisaje influyeron sobre la elaboración y desarrollo de las figuras.

Dicho autor explica, que el MALAMBO SUREÑO O PAMPEANO, es fiel exponente de su paisaje y si hobre, rito de introversión ante la soledad circundante y la amenaza permanente del desierto. Suave como las tardes misteriosas, o henchidas de luz como los amaneceres radiantes, pero siguiendo siempre un curso evolutivo que es el del sol como sus mutaciones graduales, mezclado con los golpes del paso, trote o galope del caballo.

Místico, filosófico, el malambo sureño o pampeano habla en voz baja, a través de los malabarismos de sus pies, en un lenguaje que solamente sus hombres comprenden, porque es la explicación sonora a sus interrogantes sentimentales y filosóficos.

El MALAMBO NORTEÑO en cambio, se forjó en otro clima y paisaje. Es el monte y la montaña, con sus cambios de forma y ruptura del horizonte, influyendo sobre su ritmo los antepasados aborígenes. Por eso, es más rápido, más sólido y sigue el desplazamiento de los remolinos. Más sonoro en gran parte por la influencia de la bota de taco, trata de sustituir los golpes del parche del bombo. Es único del hombre norteño, que ha creado sus figuras y las distintas combinaciones.

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