EL PERFIL FOLKLÓRICO DE LA ZAMB A “LA YAVEÑA ”
Por Raúl
Calizaya (x)
El cancionero popular y tradicional de la Puna jujeña atesora variadas
y magníficas expresiones. Su contenido pone de manifiesto la existencia de dos
corrientes sustanciales: una proviene del estrato rural, y está representada
por el canto coplero y de tonadas dolientes basadas en melodías tritónicas, las
que muestran una riqueza excepcional por el variado contenido temático de
sus estrofas. La otra está representada por el canto tradicional y la poesía
telúrica de los pueblos pequeños y salones urbanos cuyos protagonistas
participaban de un sistema de vida más próximo a las latencias de las ciudades,
en donde hay un movimiento social e intelectual de distinto matiz. El
repertorio tradicional de esta última franja social, se integra de una variada
gama de zambas, cuecas, bailecitos y carnavalitos, y en menor medida, de
taquiraris y valses criollos.
Entre las poblaciones que medraron intensamente en
el norte jujeño a partir del siglo XIX, como consecuencia de la
transculturación creciente de bienes se distingue el núcleo social de Yavi,
poblado que se levanta a 300
km de la ciudad de San Salvador de Jujuy, casi sobre el
límite norte con la hermana República de Bolivia. Su hegemonía sobre las demás
poblaciones de la Puna
fue decisiva durante un largo periplo que se inició en épocas de la colonia y
culminó en el año 1907, con la creación oficial del pueblo de La Quiaca y la posterior
habilitación de la línea ferroviaria hacia Bolivia. Como dato ilustrativo,
ponderado en el orden turístico e histórico, se deja constancia de que la Casa de Hacienda del pueblo de
Yavi fue asiento del último marqués llamado Juan José Fernández Campero,
Martiarena del Barranco, Pérez de Uriondo, Hernández de La Lanza , Vizconde de San Mateo
y marqués del Valle del Tojo y de Yavi. Tanto la Capilla de Yavi, como la
referida Casa del Marqués fueron declarados monumentos nacionales.
En su territorio e inmediaciones, se libraron ocho
combates entre patriotas y realistas en las luchas por la independencia, a
partir del año 1810. En ese lapso se enriqueció sensiblemente su patrimonio
tradicional, desde donde fue factible rescatar una serie de expresiones
populares y anónimas de matices atrayentes. Entre ellas figura la conocida
zamba “La yaveña”, cuya interpretación en tiempos pasados llenaba necesidades
de solaz y diversión. Hoy, su recuerdo despierta en la memoria de los hijos que
emigraron del lugar a partir del año 1907, cálidos mensajes de hermandad. A
pesar de los años transcurridos, la referida zamba sigue teniendo vida propia y
se impone con un brillo notable ante las nuevas manifestaciones de la actual
proyección folklórica, que busca afanosamente un lugar en el gusto y en la
sensibilidad popular.
Área de dispersión y variedad
de sus estrofas
Son notables las variantes con
que cuenta su letra en la actualidad, detalle que constituye una prueba de su
acabada folklorización.
A continuación se transcriben algunas de las
estrofas más conocidas:
Arbolito
de
miniatura
que con locura
cuidaba yo,
estando tierno,
florido y bello
vino el invierno
y me lo secó.
que con locura
cuidaba yo,
estando tierno,
florido y bello
vino el invierno
y me lo secó.
Aquellas
aves
que van volando,
que van cantando
dichas de ayer,
como quisiera
volar con ellas,
irme con ellas,
jamás volver.
que van volando,
que van cantando
dichas de ayer,
como quisiera
volar con ellas,
irme con ellas,
jamás volver.
Se
fue el hechizo
del alma mía
y mi alegría
se fue también,
en un instante
todo he perdido,
¿Dónde te has ido
mi amado bien?
del alma mía
y mi alegría
se fue también,
en un instante
todo he perdido,
¿Dónde te has ido
mi amado bien?
Amor
eterno
tú me juraste,
amor eterno
yo te juré,
cobardemente
tú me engañaste,
y yo insensato
no te olvidé.
tú me juraste,
amor eterno
yo te juré,
cobardemente
tú me engañaste,
y yo insensato
no te olvidé.
Tú
me decías
que me querías,
que era tu almita
solo ¡ay! de mí;
pero negaste
darme una prueba
que ardientemente
te la pedí.
que me querías,
que era tu almita
solo ¡ay! de mí;
pero negaste
darme una prueba
que ardientemente
te la pedí.
Oye,
yaveña
de mis lamentos,
de estas canciones
que tuyas son:
mañana marcho
y te dejo sola.
¡Adiós yaveña,
por siempre adiós!
de mis lamentos,
de estas canciones
que tuyas son:
mañana marcho
y te dejo sola.
¡Adiós yaveña,
por siempre adiós!
Sólo
te pido,
yaveña mía,
que no me olvides
por compasión,
quereme siempre,
no seas tan mala,
¡Vamos yaveña,
no seas así!
yaveña mía,
que no me olvides
por compasión,
quereme siempre,
no seas tan mala,
¡Vamos yaveña,
no seas así!
Es
tu camino
lleno de flores,
lleno de flores
tu porvenir.
En mi camino
sólo hay dolores
que amargamente
me hacen sufrir.
lleno de flores,
lleno de flores
tu porvenir.
En mi camino
sólo hay dolores
que amargamente
me hacen sufrir.
Las estrofas precedentes tienen un alto vuelo
lírico que embellece gratamente el motivo del canto. Es conmovedor el
requerimiento nostálgico y romántico del enamorado en vísperas de su partida,
resulta conmovedor el dolor del protagonista por un desengaño amoroso vivido, y
los llamativos ruegos de recordación.
El lenguaje es propio del hombre que cultiva las
expresiones poéticas. El texto no encierra regionalismos, salvo la
identificación del lugar de procedencia de la mujer a quien se canta.
El ritmo y su profundidad
histórica
La zamba tiene un ritmo lento y
pausado, de manera que se presta para que los invitados al ruedo de la danza
puedan entonar sus estrofas mientras la bailan. Tiempo atrás, su ritmo fue el
de la chilena o el de la zamacueca, conservando hasta el presente modalidades
comunes referidas al revoleo del pañuelo, marcados arrestos por parte del varón
y delicados desplazamientos por parte de la mujer, la que elude graciosamente
los requerimientos de su pareja.
Como dato ilustrativo se cita
el año 1824 como punto de partida de difusión de las primeras zamacuecas que se
originaron en Lima (Perú). Resulta prodigioso el fenómeno de dispersión de
dichas expresiones en el primer cuarto de siglo subsiguiente. Después del
encuentro bélico de 1879, Chile bautizó la “cueca” con el nombre de chilena;
Perú la convirtió en “marinera” y Bolivia, hizo de la “cueca” su danza
nacional.
En cuanto al origen de las
estrofas de nuestra zamba, la investigación nos deparó sorpresas. Un hallazgo
en la literatura romántica realizada por el poeta jujeño don Domingo Zerpa, nos
alertó sobre la antigüedad de sus fuentes. El célebre poeta Esteban Echeverría,
quien trajo a Buenos Aires las fuentes del romanticismo desde París en 1832,
publicó en el año 1837, el poema titulado “Ausencia”, en donde se transcribe el
fragmento que canta el pueblo y que dice:
“Fuese el hechizo
del alma mía
y mi alegría
se fue también.
En un instante
todo he perdido,
¿Dónde te has ido
mi amado bien?”
del alma mía
y mi alegría
se fue también.
En un instante
todo he perdido,
¿Dónde te has ido
mi amado bien?”
La identificación del origen del resto de
las estrofas, constituye un desafío a la constancia y dedicación de los
estudiosos del Folklore.
Todo fenómeno folklórico se inicia con un acto
individual, ya sea de descubrimiento, de invención o de imitación, pero no se
puede considerar popularizado mientras se mantenga en la esfera privada.
Indudablemente para conseguir que un texto poético encuentre a través de los
avatares del tiempo, una línea musical acorde con su vena lírica, requiere
muchos años de intenso trajinar. Por otra parte se debe tener en cuenta que
todo conglomerado “folk” no recepta de buenas a primeras los ofrecimientos
culturales que le llegan desde los estratos urbanos. Esta asimilación se
produce lentamente, previa comprobación de su funcionalidad. Descarta lo que no
le conviene e introduce modificaciones al bien propuesto hasta adecuarla a su
sensibilidad. Es por ello que en “La
Yaveña ” se advierte que se trueca el “Fuese el hechizo”… por
el “Se fue el hechizo…”, más a tono con el gusto popular.
Con la transmisión oral de la expresión, acto que
se cumple en forma espontánea de generación en generación, quedó en el olvido
el nombre del autor. La anonimia, la popularidad y la tradición son por
consiguiente, los rasgos sobresalientes que la definen como fenómeno
folklórico.
Un caso similar sufrió la popular cueca boliviana, conocida con el nombre de “La huanchaqueña”, contemporánea de la “La yaveña”, para llegar a su folklorización. Esta expresión pervive hoy con impresionante fuerza en Bolivia y en todo el ámbito del noroeste argentino.
Juan Alfonso Carrizo
la registra en el Cancionero Popular de Jujuy, bajo el Nº 83 donde
transcribe las siguientes estrofas:
“A la
Mancha me fuera
de buena gana
si hubiera un mancheguito
que me llevará”.
de buena gana
si hubiera un mancheguito
que me llevará”.
“Al entrar en Valencia
me corté un dedo
y una valenciana
me ató un pañuelo.
Viva usted muchos años
Valencianita…”.
y una valenciana
me ató un pañuelo.
Viva usted muchos años
Valencianita…”.
Luego bajo el Nº 76
“a” y 83 “a” respectivamente, transcribe las variantes folklorizadas:
“A Guanchaca me fuera
de buena gana
si hubiera una guanchaqueña
que me llevará”.
de buena gana
si hubiera una guanchaqueña
que me llevará”.
“Cuando me fui a Guanchaca
me corté un dedo,
salió una guanchaqueña
me ató un pañuelo”.
me corté un dedo,
salió una guanchaqueña
me ató un pañuelo”.
La
longitud total de la línea era de 43 kms., la trocha de 762 mm (30” ). La foto es un carro de
inspección en la mina de Pacamayo en Huanchaca en 1919. No es un tranvía en el
sentido usual, pero tampoco es un tren. (Chistopher Walker).
El 4 de noviembre
de 1908 los bandidos norteamericanos, Robert Leroy Parker (Butch Cassidy) y
Harry Alonzo Longabaugh (Sundance Kid), interceptaron a la comitiva de la Compañía Aramayo
que transportaba, a lomo de mula, la remesa de sueldos para los trabajadores y
se apropiaron de 80'000 pesos bolivianos que eran equivalentes a medio millón
de dólares actuales. El atraco se produjo en la zona de Tupiza (provincia Sud
Chichas) lo que dio lugar a la participación del ejército boliviano que siguió
a los delincuentes hasta la zona de San Vicente donde tenían su guardia. El
contingente militar se enfrentó a tiros con los bandidos que fueron
acribillados al amanecer del 7 de noviembre de 1908, lo que marcó el fin de la Banda Salvaje conformada
por Butch Cassidy y Sundance Kid, los delincuentes más famosos sobre cuya vida
incluso se filmaron varias películas, una de ellas protagonizada por Paul
Newman y Robert Redfor
Una conjunción artística de
música y poesía
La línea musical de la zamba desciende desde el
norte: Perú y Bolivia. El texto poético asciende desde los estratos
intelectuales del Río de La
Plata hacia el mediterráneo argentino. Y es en el histórico
pueblo de Yavi y regiones circunvecinas, donde al conjuro de un ambiente
propicia, se concreta la conjunción artística de música y poesía, fenómeno que
aconteció a fines del siglo XIX.
El ambiente popular y los portadores del fenómeno
folklórico hacen alusión a la importancia del medio geográfico, cuando
sostienen que esta preciada y meritoria expresión es el “Himno popular de
Yavi”.
Al haber perdido este pueblo su antiguo esplendor
y al desintegrarse lentamente el grupo comunitario, hoy sus viejos moradores
encuentran sentimentales vinculaciones entre el pasado y el presente, realizando
reuniones amenas e integrando asociaciones familiares donde se evoca con fervor
el antiguo esplendor de Yavi.
La zamba “La yaveña”, como fruto valioso del
Patrimonio Intangible de la
Humanidad , aporta a las páginas del folklore nacional una
verdadera joya, todavía viviente en el repertorio folklórico de los jujeños.
Esta especie fue presentada como tal, en el Segundo Congreso Nacional de
Folklore realizado en Jesús María en 1975, donde se apreciaron las virtudes
señaladas, habiéndose aprobado la ponencia, recomendándose su publicación y
difusión.
(x) Raúl
Calizaya nació en La Quiaca
en 1931. En 1950 recibió el Primer Premio de los Juegos Florales de la Escuela Normal de
Jujuy. En 1961 le otorgaron un Diploma Honorífico en las Primeras Jornadas
Universitarias de Jujuy. En 1971 fue director de la primera Comisión Municipal
de La Quiaca. Un
año después fue director del Centro de investigaciones Folklóricas de esa
ciudad. En 1973, presidente del Centro de Folkloristas Jujeños. En 1976,
coordinador de la Comisión
de Estudios de Folklore del Instituto Nacional del Profesorado de Jujuy. En
1979, coordinador del 3º Congreso Nacional de Folklore de Jesús María
(Córdoba). En 1995 fue presidente de las Primeras Jornadas Nacionales de
Folklore de Jujuy. En 1997 dirigió la publicación Alero Coya y en el año
2000 la revista Huella argentina, además publicó trabajos como Rimas
solariegas (poemas); Cien años del folklore bajo los cielos de Jujuy;
San Francisco Solano, patrono del folklore Argentino y Atahualpa
Yupanqui: alma de guitarra, corazón de golondrina. Desde 2006 es miembro de
la Comisión
Binacional de Estudios de Historia y geografía
(Argentina-Bolivia), entre otras actividades, premios, distinciones y
publicaciones.
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