La noche del domingo en el festival comenzó pasada por agua. Pero poco a poco, la plaza se fue colmando para terminar con una buena concurrencia y delirando por el cantante bonaerense. Crónica y fotos de la segunda luna.
s presagios no fallaron y en la segunda noche de Cosquín 2016 la lluvia dijo presente en el arranque. Como es sabido, el agua complica bastante el andar del festival, sobre todo en lo que tiene que ver con la concurrencia. Al comenzar la segunda luna, los paraguas y los coloridos pilotos eran la postal de una Próspero Molina que lucía con un marco tan discreto como entendible. Pero a medida que pasaron las horas y la lluvia pasó a ser sólo una amenaza, la plaza comenzó a poblarse con los ansiosos fande Luciano Pereyra y terminó redondeando una ocupación más que aceptable, que arañó un 70 por ciento.
Luciano hizo lo suyo
"Buenas noches Cosquín, una vez más muy feliz de estar aquí con ustedes", dijo Pereyra pasadas las dos y media después de arrancar su show con Tu dolor, el meloso corte de difusión de su disco más reciente. Después sí, el cantante nacido en Luján lookeado con un impecable traje negro y una llamativa camisa con pintitas, hizo honor al festival y presentó un segmento de chacareras y escondidos para deleite de los bailarines. Luego se le pegó un homenaje a su maestro Horacio Guarany (Memorias de una vieja canción) con selfie incluida y para cerca del final quedó otro clásico guiño a un referente como León Gieco con Sólo le pido a Dios. El camino hacia el cierre fue a puro hit romántico (Perdoname, Porque aún te amo) y las "canciones ideales para hacer cucharita" según él mismo le confesó a la platea, frase que desató un vendaval de suspiros y gritos. ¿Hacía falta?
Así arrancó
A pesar de la lluvia, la segunda luna empezó muy puntual con el ¡Aquí Cosquín! de Claudio Juárez minutos después de las 22. Mientras los fuegos artificiales desafiaban en el cielo a las gotas que caían incesantes, Los Carabajal cerraban su Cantata Santiagueña para el Papa Francisco en una colmadísima Iglesia de Nuestra Señora del Rosario frente a la plaza. El espectáculo que el legendario grupo santiagueño ideó junto al escritor Bebe Ponti en honor a San Francisco de Asís, tuvo pasajes muy emotivos y un final clásico con el himno Entre a mi pago sin golpear.
El huracán Lele
Quien entró con el arrojo que lo caracteriza tras la apertura del Ballet Camin fue el rosarino Leandro Lovato. Enfundado en su clásico gorrito blanco arremetió con un potente set en el que su violín fue el gran protagonista. Chacareras y gatos para que estalle el "patio del festival" al costado del escenario. Grata sorpresa causó Evelina Sanzo, la ganadora del PreCosquín como Solista vocal femenina de tango, quien se anotó unos porotos para la revelación. Otro dato positivo tras las primeras lunas: los ganadores del certamen tienen ahora más tiempo para mostrar lo suyo y no sólo dos temas como estábamos acostumbrados. Como contrapartida, la escasa cuota de música cuyana que tendrá esta edición fue representada por Pocho y Jorge Sosa, quienes levantaron lindos aplausos con sus tonadas y más aún con su humor. Al final, evocaron al gran Armando Tejeda Gómez y pidieron por "todas las voces todas". Por lo menos las cuyanas, van a ser pocas. Y eso que hay muchas y de las buenas.
Jairo corazón
Después de las Postales de Provincia de Santiago del Estero y la siempre pintoresca Delegación de Japón, llegó el turno de Jairo, uno de los artistas más queridos por el público de Cosquín. El cantor de Cruz del Eje desplegó todo su carisma al servicio de las canciones, las propias y ajenas. Con sus temas más recientes y evocando a Violeta Parra o el siempre infaltable (y también necesario) homenaje a Yupanqui, logró cautivar a la plaza que lo aplaudió de pie. Muchos le pidieron el Ave María, pero a veces está bien decir que no. Luego, en la conferencia de prensa, compartió anécdotas de su relación con Atahualpa que lo pintan tal como era. "Tengo las manos y los brazos cansados de hablar en inglés", contó que le dijo Don Ata tras una gira por Estados Unidos. Claro, lo suyo era todo gestos.
Zerbini hizo bailar
La sandre nueva de la jornada la aportaron Daniela Azas, la cantante bonaerense ganadora del PreCosquín 2015 y Emiliano Zerbini, recientemente premiado como revelación en Jesús María, aunque vale decir que el cordobés de nacimiento y riojano por adopción ya tiene varios años de festivales en el lomo. Hace rato que dejó de ser una revelación y en realidad está más cerca de una consagración. Además de repasar sus interesantes discos de Danzas folklóricas, propuso un cierre a pura chaya. La plaza, agradecida y un poco enharinada. Más tarde, Coco Gómez nos convidó con sus chacareras de monte e invitó Lautaro Rojas, hijo de Jorge, para el final. Y luego sí, Luciano entregó todo su amor.
"Buenas noches Cosquín, una vez más muy feliz de estar aquí con ustedes", dijo Pereyra pasadas las dos y media después de arrancar su show con Tu dolor, el meloso corte de difusión de su disco más reciente. Después sí, el cantante nacido en Luján lookeado con un impecable traje negro y una llamativa camisa con pintitas, hizo honor al festival y presentó un segmento de chacareras y escondidos para deleite de los bailarines. Luego se le pegó un homenaje a su maestro Horacio Guarany (Memorias de una vieja canción) con selfie incluida y para cerca del final quedó otro clásico guiño a un referente como León Gieco con Sólo le pido a Dios. El camino hacia el cierre fue a puro hit romántico (Perdoname, Porque aún te amo) y las "canciones ideales para hacer cucharita" según él mismo le confesó a la platea, frase que desató un vendaval de suspiros y gritos. ¿Hacía falta?
A pesar de la lluvia, la segunda luna empezó muy puntual con el ¡Aquí Cosquín! de Claudio Juárez minutos después de las 22. Mientras los fuegos artificiales desafiaban en el cielo a las gotas que caían incesantes, Los Carabajal cerraban su Cantata Santiagueña para el Papa Francisco en una colmadísima Iglesia de Nuestra Señora del Rosario frente a la plaza. El espectáculo que el legendario grupo santiagueño ideó junto al escritor Bebe Ponti en honor a San Francisco de Asís, tuvo pasajes muy emotivos y un final clásico con el himno Entre a mi pago sin golpear.
Quien entró con el arrojo que lo caracteriza tras la apertura del Ballet Camin fue el rosarino Leandro Lovato. Enfundado en su clásico gorrito blanco arremetió con un potente set en el que su violín fue el gran protagonista. Chacareras y gatos para que estalle el "patio del festival" al costado del escenario. Grata sorpresa causó Evelina Sanzo, la ganadora del PreCosquín como Solista vocal femenina de tango, quien se anotó unos porotos para la revelación. Otro dato positivo tras las primeras lunas: los ganadores del certamen tienen ahora más tiempo para mostrar lo suyo y no sólo dos temas como estábamos acostumbrados. Como contrapartida, la escasa cuota de música cuyana que tendrá esta edición fue representada por Pocho y Jorge Sosa, quienes levantaron lindos aplausos con sus tonadas y más aún con su humor. Al final, evocaron al gran Armando Tejeda Gómez y pidieron por "todas las voces todas". Por lo menos las cuyanas, van a ser pocas. Y eso que hay muchas y de las buenas.
Después de las Postales de Provincia de Santiago del Estero y la siempre pintoresca Delegación de Japón, llegó el turno de Jairo, uno de los artistas más queridos por el público de Cosquín. El cantor de Cruz del Eje desplegó todo su carisma al servicio de las canciones, las propias y ajenas. Con sus temas más recientes y evocando a Violeta Parra o el siempre infaltable (y también necesario) homenaje a Yupanqui, logró cautivar a la plaza que lo aplaudió de pie. Muchos le pidieron el Ave María, pero a veces está bien decir que no. Luego, en la conferencia de prensa, compartió anécdotas de su relación con Atahualpa que lo pintan tal como era. "Tengo las manos y los brazos cansados de hablar en inglés", contó que le dijo Don Ata tras una gira por Estados Unidos. Claro, lo suyo era todo gestos.
La sandre nueva de la jornada la aportaron Daniela Azas, la cantante bonaerense ganadora del PreCosquín 2015 y Emiliano Zerbini, recientemente premiado como revelación en Jesús María, aunque vale decir que el cordobés de nacimiento y riojano por adopción ya tiene varios años de festivales en el lomo. Hace rato que dejó de ser una revelación y en realidad está más cerca de una consagración. Además de repasar sus interesantes discos de Danzas folklóricas, propuso un cierre a pura chaya. La plaza, agradecida y un poco enharinada. Más tarde, Coco Gómez nos convidó con sus chacareras de monte e invitó Lautaro Rojas, hijo de Jorge, para el final. Y luego sí, Luciano entregó todo su amor.
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