Oscar Palavecino fue distinguido por el Intendente de Colonia Caroya en el tradicional "asado" previo a su presentación en el Festival.
Colonia Caroya. Llega el Chaqueño a esta ciudad y llueve. Así pasó las últimas veces.
El asado y la carne al horno que preparan sus amigos caroyenses se disfrutan bajo las plantas, pero la intensa lluvia del mediodía de ayer obliga a los comensales a refugiarse bajo un improvisado toldo en el patio de la casa de Luis Offman, el anfitrión del cantor hace más de 25 años.
Oscar no se separa de su hijo, quien le pide compartir el poncho porque ha refrescado bastante.
Está como en su casa, pero no dejan de pedirle fotos y autógrafos. Desde los más grandes hasta los niños.
Es el día de su recital en Jesús María y a las horas previas la pasa en el Lote XV, entre copas de vino y carcajadas.
El ritual se repite desde el primer año en que Palavecino llegó a Jesús María para pedir un lugarcito en la grilla artística. Pasaron 24 años, la edad de Pedro Offman, el hijo de Luis y de Claudia Roggio a quien el Chaqueño considera como el crecimiento de su carrera en el Festival.
Previamente, venía a la ciudad a saludar a su co-provinciano, que cada martes festivalero es responsable de sostener el rito mientras los músicos hacen la prueba de sonido en el anfiteatro.
Esta vez, para El Chaqueño hay una sorpresa: el intendente Gustavo Brandán llegó con una copia del Decreto que lo declara Huésped de Honor.
“No creo que lo merezca; si sólo vengo a comer asado”, dice entre risas, aunque de inmediato es interrumpido. “Siempre te acordás de la Colonia en algún escenario”, le replican.
“Estas son caricias al alma; el día que perdamos estos reconocimientos sería feo; yo guardo todo lo que la gente me da para el Museo, agradezco este gesto; siempre paramos acá cuando nos toca estar en Jesús María, hasta que agrandamos el plantel y el Luis (Offman) nos mandó a dormir a un hotel”, recordó.
De esas guitarreadas previas a su actuación festivalera la ciudad le aportó un músico: Nelson “Charly” Nanini, guitarrista del staff de Palavecino desde 2008.
El Chaqueño tuvo su época de gloria en el Festival entre 2005 y 2010, con convocatorias récords. Luego, la taquilla de su noche fue bajando. Incluso le tocó lidiar con malas condiciones del tiempo o amenazas de lluvia, como ayer.
“Probablemente, alguno de la barra se haya mandado alguna macana; le vamos a pedir que hagan una cruz de sal; pienso que no nos va a molestar el agua”, dice rememorando su noche del año 2015, cuando no pudo entrar a caballo por el estado del campo luego de las intensas precipitaciones.
El asado de ayer fue sólo eso: almuerzo con vino y gaseosa. Como no había Manaos en la mesa, el grito era “¡Vamos Chaqueño!”.
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